Cultura Valdivia, Ecuador


Tumbas del Tiempo
¿Quién iba a pensarlo?, ¿quién iba si quiera a sospecharlo?, que en un pequeño pueblo de la ruta del sol del Ecuador, se iban a encontrar los ancestros más antiguos de América.
El día martes 22 de Junio, nos dirigimos desde Montañita hasta Valdivia. Primero visitamos el modesto museo “oficial”, donde vimos restos de cerámicas, y una pequeña historia de los ancestros.
En el museo tenían un recorte de una revista publicada recientemente, el cual reporteaba la visita de unos expertos del History Chanel, que habían venido a hacer un documental llamado ¿Quién realmente descubrió América? Afirmaban que Colón no había sido el primero en descubrir América, ya que había evidencias que conectaban a la antigua cultura Valdivia, con la cultura Jomón, oriunda de Japón.

Por mi parte, pensé que ninguno de los dos había “descubierto” América, ya que Colón la había invadido, promoviendo la colonización, saqueo de los recursos naturales y el genocidio de las civilizaciones americanas. Y que los Jomón, habían habitado el territorio andino.
La palabra descubrir, se asocia a un hallazgo de algo que estaba oculto, con el fin de mostrarla al mundo y que le pertenece al descubridor. El continente americano, estaba previamente poblado por culturas ancestrales y no necesitaban que nadie los descubriera, ya que se consideraban hijos de la tierra. Le pertenecían a la Pachamama y no a cualquier aventurado explorador.
No puedo negar mi molestia frente a la falta de análisis de ciertos canales e investigadores extranjeros, que dan por sentado algunos eventos de la historia, cuando en realidad necesitan replantearse conceptos tan básicos como la colonización del continente.
Con las preguntas sobre quiénes descubrieron América, mantienen subliminalmente la ideología de dominación que afectó y sigue perjudicando a América Latina. El reportaje podría llamarse, ¿Quién encubrió a América?, citando al fallecido Octavio Paz.

Después de la breve reflexión, caminamos en busca de un lugar para comer, y nos topamos con un pequeño caballero muy carismático, que iba sin polera, y nos preguntó si habíamos conocido el museo principal del pueblo, le dijimos que recién habíamos ido al que estaba al frente de la carretera.
Nos miró con un oculto reproche y nos dijo que ese no era bueno, que el verdadero museo se encontraba en otro lado. Nos preguntó si queríamos visitarlo, asentimos de inmediato y nos dirigimos hacia allá. Nuestra sorpresa fue mayor cuando ingresamos a un almacén  y nos metimos directo al patio de una casa.
No podíamos imaginar que en el patio de un hogar, se encontraba un gran hallazgo arqueológico.  En la casa de la familia Ángel Aquino, se habían encontrado 4 tumbas de la cultura Guangala (300 A.C. – 500 D.C.), descendientes cercanos de los Valdivia. 

En el año 1981, uno de los hermanos de la familia, estaba construyendo su casa. Cuando cavaba para asentar los cimientos, donde habitarían su señora y sus dos hijos, se topó con una extraña resistencia del suelo, al comenzar a excavar fue encontrando los cráneos, huesos y cerámicas.
Junto con su hermano, comenzaron a extraer minuciosamente los restos, y por supuesto que la casa tuvo que ser construida en otro sitio.
El hallazgo había ayudado a comprobar la difícil teoría elaborada en los años 60 por Emilio Estrada Yaza, que postuló que los primeros seres humanos del Ecuador venían del continente asiático, ya que se habían encontrado cerámicas similares, esqueletos con rasgos orientales, y los cadáveres se encontraban en la famosa posición de loto. 
Poco tiempo atrás, unos investigadores hicieron el experimento para comprobar la teoría, y tardaron siete meses en cruzar desde el puerto de Shimoda hasta Guayaquil. El viaje lo hicieron en unas réplicas exactas de las barcas que se usaban en los remotos tiempos.

Me imaginaba a los aborígenes navegando en sus rústicas embarcaciones, remando meses completos por alta mar. La convicción y la fuerza de aquellos precoces viajeros, en busca de nuevas tierras que les permitieran sembrar su cultura.
Sus vidas asentadas en tierras lejanas, llevando su cultura, culto y forma de subsistencia, hasta que un día tuvieron que fallecer y ser enterrados en sus cementerios antiguos. Para que finalmente, dos mil quinientos años después, ser encontrados por sus lejanos descendientes, cuando también pensaba asentarse otra vez, en el mismo territorio.
La vida se me asemejó a un ciclo interminable de principios y fines, donde el término de algo auguraba inevitablemente, el comienzo de otra cosa, y que lo nuevo no podría asentarse con identidad, si es que no conoce la historia de sus antepasados. En eso podría radicar el desafío que nos dejaron los ancestros, que en el genuino descubrimiento de su pasado, radica el futuro de las nuevas generaciones.

Lo que más me llamó la atención del museo de Valdivia, es que se encuentra en el patio de una casa, y que por ende está muy conectado con los lugareños, mientras que normalmente, los museos, ruinas o tumbas están administrados y protegidos por alguna institución, o gobiernos, separados de las personas.
En este caso, los ancestros se encuentran realmente enraizados con el pueblo, ellos los descubrieron, los cuidaron y ahora lo administran. Las cerámicas se encuentran en el comedor y en la sala de estar. Mientras observaba atónito el estante donde estaban las reliquias, un miembro del hogar veía el partido del mundial entre Argentina y Grecia.

El dueño de casa, tenía una revista estampada del año 81, las hojas viejas se habían mantenido intactas con el transcurso de los 29 años desde su edición, similar a la conservación de las tumbas de los Guangala. En ella se había publicado un reportaje con el hallazgo de las tumbas. El título era Tumbas del Tiempo y finalizaba con un párrafo que lo anoté, ya que transmite con exactitud lo que se siente al poder compartir semejantes tesoros:
“La noche cae en Valdivia, la soledad se mueve estridente y se percibe el sueño del pueblo, que aún  guarda en sus entrañas grandes secretos sobre la aparición del Hombre en Ecuador y que parece decir como Napoleón cuando llegó a las Pirámides de Egipto: “¡Humanos, 220 siglos nos contemplan!”

Comentarios

  1. Me encantó... que bueno que ellos puedan quedarse con los tesoros encontrados, que se los apropien como parte de su patrimonio cultural y humano y que puedan gestionar con ellos lo que mejor les parece, en este caso una muestra en la propia casa que comparten con extranjeros. Creo que en Chile eso no podría haber pasado, por que ya al encontrar algo con un valor arqueológico tan grande tienes la obligación de entregarlo al estado, creo. y ahí quedará... sin saber si es que alguien más lo verá y sin que estén realmente "conectados con los lugareños" como dices tu. Otra cosa muy valorable, es que no lo hayan vendido, probablemente ya les deben haber ofrecido dinero por ello, sin embargo,ahí lo tienen, en sus casas. Notable.

    ResponderEliminar
  2. Es importante esto de reconocer las culturas que existen en el mundo, mas alla de la riqueza de las otras culturas, es la manera de alimentar la memoria de su existencia, y rendir culto a esa riqueza que aportan en cada una de las personas que formamos parte de esa historia.

    ResponderEliminar
  3. También pude visitar Valdivia hace algunos meses no tuve la oportunidad de conocer este museo pero visité otro que lo administra un hermano colombiano quien tiene a su cuidado muchísimas piezas importantes, lo malo fue que en el pueblo se rumora que al no existir el cuidado y la atención de nuestras autoridades muchas personas venden piezas importantes de nuestra cultura a otros lugares......
    Ojalá esto no sea verdad y que en este lugar se pueda construir un museo como se merece este importane pueblo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario