Machu Picchu


La ceja de selva cercana a Cusco, fue territorio de ocultamiento de los últimos Inkas. La antigua Vilcabamba, fue la última ciudad donde Manco Inca se escondió de los españoles (cercano al 1530). En esa zona se encuentra Choquequirao (otra ciudadela más grande que Machu Picchu) y Vitcos (otro antiguo poblado). Machu Picchu, es la ciudad más famoso de todo este circuito andino.

Machu Picchu significa cerro viejo y se utilizó como centro de vigilancia y escondite secreto. Se desconoce el año en que fue abandonada y los sucesos que allí pasaron. Un francés llamado Hiram Bingham, la mostró al mundo en el año 1911, pero los lugareños ya la conocían hace mucho tiempo.

La ciudad se ha mantenido intacta, aunque no hay vestigios de piedras preciosas ni oro. Esto puede ser debido a los saqueadores, llamados huaqueros. Los cuales son expertos en la búsqueda de ruinas, para robar sus riquezas. Estas prácticas alimentan el tráfico arqueológico, muy codiciado en esta zona del mundo.



Se dice que hay muchos lugares como Machu Picchu, que aún no han sido descubiertos, ya que los Inkas los quemaban antes de irse y la selva se ha encargado de taparlos con su vegetación.

Una misteriosa leyenda es la del Paititi, una gran ciudad Inka llena de riquezas, que estaría perdida en la selva amazónica y que ha sido resguardada por tribus indígenas. Algunos aventureros se han atrevido a buscarla, pero han sufrido las peores calamidades, como el ataque de caníbales y/o de animales salvajes.

En todo caso, ¿de que serviría hallar más lugares escondidos?, la mano ajena ha transgredido lo sagrado, robando las riquezas y destruyendo las construcciones. Quizás sea mejor que esos lugares aún queden resguardados y alejados.

Es una gran suerte que los españoles no hayan conocido Machu Picchu, ya que la hubieran destruido como lo hicieron con todas las construcciones Inkas. Machu Picchu, mantiene intacta las casas, los templos, y las formas labradas en las rocas.

Estando en Machu Picchu, uno se pregunta y le es difícil comprender como una gran civilización, se destruyó de la noche a la mañana. Los andinos dominaron muchos territorios del continente, desde Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y parte de Chile.



Los Inkas estaban en una gran guerra interna cuando llegaron los españoles, ya que había dos reyes que estaban peleándose el imperio; Atahualpa quien dominaba parte de Ecuador y Huáscar, Inka legítimo que habitaba en el Cusco.

Huáscar fue emboscado por Atahualpa, quien lo venció en una batalla. Éste último mandó a matar a todo el linaje Inka, ya que no era un hijo legítimo y no quería que nadie le quitara el poder que el mismo se había adjudicado. Fue el inicio de los años tristes de la civilización Inka.
Los españoles, aprovechando esta contingencia se apoderaron del Cusco. Los Inkas pensaron que los españoles eran enviados de Wiracocha (su Dios supremo) y los dejaron entrar al Cusco. Los ibéricos, contaron con la ayuda de algunos pueblos indígenas, que estaban en contra del imperio Inka, como los Chachapoyas.

El escenario se puso muy empinado para los andinos. El Inka sucesor llamado Manco Inka, tuvo que pelear en tres guerras a la vez; contra sus hermanos traidores, que no querían que fuera gobernante; segundo, contra los españoles; y tercero contra los pueblos indígenas que se resistían al yugo incaico.

Por otra parte, los Inkas eran monárquicos y su sangre no se podía mezclar con la sangre de la plebe. El rey Inka se casaba con su hermana y el hijo de ambos era el rey sucesor. Por lo tanto, la escala social era jerárquica e inmutable. A pesar de esto, los inkas respetaban la vida y se preocupaban de que no hubiera hambre, ni mal vivir. Se podría decir que eran unos oligarcas éticos.



Como era de esperar, hubo muchos pueblos que se resistieron a la dominación Inka, pero cedieron, debido al poder de las armas de los andinos. De acuerdo con Garcilaso de la Vega, los Inkas destruían las idolatrías de los dominados y los obligaban a adorar al sol y a todos sus dioses. Esto generó mucho rencor en algunos pueblos, que no pudieron detener el poder Inka.

Este rencor fue el que motivó a algunos indígenas a traicionar a los Inkas y apoyar a los españoles. Pero tampoco corrieron buena suerte, ya que después los españoles también los mataron.


Cuando se profundiza en la historia, uno llega a una visión más madura de los hechos. Los españoles fueron el némesis de los Inkas, y utilizaron prácticas similares a ellos para dominarlos, como fue la destrucción de las idolatrías y rebajarlos a un orden social inferior. Sin embargo, los españoles carecieron de ética y no respetaron la vida humana.

Aunque sea frío decirlo, no hay que extrañarse de la violencia de los españoles, la historia de la humanidad está plagada de dominaciones y colonizaciones. El problema es que la historia es contada por los vencedores, relegando al olvido a los vencidos y transformando los hechos a su antojo. Así es como en América Latina se enseña que los españoles fueron grandes héroes que conquistaron América, pero no cuentan la versión andina, la cual considera que fue una invasión de personas ambiciosas y mentirosas, que abusaron de hombres, mujeres y niños, que no tuvieron compasión en robar y matar en nombre del Dios católico.

Un continente no debe olvidar su historia, sino no sabrá como desenvolverse en el presente. La identidad se sustenta en la memoria de los hechos, sin embargo para desarrollarse plenamente debe tener una actitud positiva y asumir sus propias responsabilidades. No hay nación desarrollada que viva culpando a los otros, sino que se empodera con dignidad y potencia sus recursos. Ese es el desafío de los pueblos latinos, recoger con orgullo el legado de sus antepasados y no permitir nuevos atropellos en el presente.


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