Cañón del Colca


Llegamos tarde. Por más que nos apresuramos no logramos verlos intactos. Los pueblos aborígenes ya no eran los de antes. Hace mucho tiempo que ya no lo son, ahora algunos usan celulares y administran hostales. Que ingenuo de nuestra parte creer que estarían allí, vírgenes en sus prácticas, inocentes en sus miradas. Occidente los golpeó hace más de 500 años, la modernidad los barnizó y como una momia los petrificó. Definitivamente, su mirada ya no es la antes. 

Los habitantes del Colca hablan en quechua y rehúyen a los blancos y rubios turistas, detestan que se lleven fotografías con sus rostros, ya que sienten que les roban un trozo de su ser.
Se ven muchos extranjeros con tremendas cámaras fotográficas colgando de sus hombros, con sus caras rojas quemadas por el sol, no obstante manchados de bloqueador solar. Caminan estúpidamente, mirando los Apus de las montañas, como no pudiendo creer lo que un día fue el gran imperio Inca.
Los pueblos de los Cabanas y Collaguas son etnias que poblaron el valle antes de la llegada de los Incas, y lo continúan haciendo, bajo la huella del mestizaje histórico con la descendencia europea. Sus manos han seguido fortaleciéndose y sus rodillas han seguido deteriorándose por las extensas caminatas y pesadas cargas, pero sus artísticas vestimentas brillan a la distancia, bajo el alero del Dios Inti.
Nosotros, unos simples turistas más, caminamos un promedio de tres horas durante cuatro días por este extenso valle montañoso. Tuvimos que esforzarnos para vivir lo que los pueblos pre-Incas hicieron durante siglos; recorrer montañas llevando cargas, mensajes y niños al hombro, masticando hoja de coca para evitar el mal de altura y energizar al cuerpo.
Muchas cosas han cambiado en estas tierras, desde la llegada del español ambicioso, mercenario y criminal. Pero en los cielos, el cóndor aún es el rey del viento, sobrevuela los rincones observando todo lo que ha estado pasado.  En su majestuoso silencio, pareciera comprender el esfuerzo y sufrimiento que los hombres y mujeres de los pueblos aborígenes han tenido que soportar, para adaptarse a un entorno que no los ha respetado mucho. 

Comentarios

  1. que bueno el texto negro aca en mi depto esta tu san pedro creo que ya se acostumbro y goofito lo mira con cara de asombro jajaj

    sigue el viaje que tus huellas quedaran marcada por toda latino america
    saludos a la faby

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