Dedicado a Lautaro, Galvarino, Caupolicán, Tupac Amaru, Nicarao, Lempira, Cuautehmoc y todos los héroes anónimos
A la Patagonia, Tapón del Darién, Golfo de México, Desierto de Wiricuta, sitios sagrados eternamente protegidos
Los Últimos Reyes de la Tierra.
1.-
Cuando Cuautehmoc derramó la última lágrima,
Brotó una ceiba de la selva mexicana
Se reunieron los jaguares, águilas y el resto de los animales
Para despedir al último héroe mexica
Su espíritu se fundió con la espesura que lo vio nacer.
Mi espíritu se forjó en los más hondo de las llanuras del Anahuac
Mis ojos se entrenaron con águilas omnipotentes que cazaban desiertos
Su relajo manso salvaguarda las selvas recónditas
Rincones perdidos donde ávido aún busca a su captor y verdugo
Pero su asesino divaga sin rumbo en los mares
Separan continentes en el limbo de la vida
Naufragó su cuerpo pútrido de odio y ambición
Un hoyo negro se creó en el universo cuando el malherido Cortés murió
Un sistema solar nació cuando colgó el cuerpo de Cuautehmoc
El último rey mexica.
2.-
El rugido de los pumas en plena noche silenciosa
Perpetuó un canto solemne
Los peces rodeados de burbujas, marcaban el mundo subacuático
Reinaba la pureza en una danza penetrante
Omnipresente se forjó en los bosques
En la selva, en el mar del fondo, en lo más alto de las montañas
Los peces cazaban a sus presas
Ofrendaban sus corazones a los dioses del otro lado del agua
Los jaguares, hijos del sol, en su aposento máximo
Daban sus ojos a los bebés que serían protectores del pueblo amenazado.
Las águilas cortaban sus alas para dejarlas en esas madres
Las serpientes regalaban sus instintos a los corazones de los no nacidos
Y el cielo poblado de héroes envalentonados
Amantes de la Libertad fecundada en las raíces de la tierra
Luchaban y encantaban el sentido de sus vidas
Y los hongos crecían en la patagonia
Y la soga de los muertos se enroscaba como serpiente en la amazonía
Y el peyote se encendía en Wiricuta.
Ni los arcabuses lograron detenerlos
Ni las torturas los cohibieron
Ni su ambición los domó
Ni su mentira los apaciguó
Sólo estaba ellos, plagados de ardor en sangre.
El puma ordenaba a los astros
Las águilas los orientaban desde el cielo
Y las boas los protegían en los fangos
Y allí estaban ellos junto a sus mujeres
En sus palacios y rucas
Junto a sus hijos con los brazos protegían
No usaban el hierro ni caballos
Solo corazas de corazón, macanas de bravura y flechas de obsidiana.
Asi fue como vencieron y otros perdieron
Pero ganaron un lugar en el cielo
Por no vender su muerte a la ambición
Por no obedecer al hierro
Por no arrodillarse frente a la arrogancia
Por no caer indigno frente al bárbaro barbado.
Lo consiguieron, los héroes crecidos en lo más profundo de las cascadas
En la cueva endurecida de la tierra
Y alli mismo moran ahora, cuidando
Los legados del pasado, la sabiduría ancestral de sus abuelos
Allí estan ahora, en nuestros corazones se evoca su canto funebre
Su último grito de lucha y el último aliento de su garganta cortada.
Comentarios
Publicar un comentario